martes, 27 de agosto de 2019

Jugar y aprender

Jugar y aprender...
Una cuestión de tiempo

       Si pudiéramos mantener a lo largo de toda la vida, la misma frescura de la infancia, la vida sería un juego eterno. Son los niños los que juegan, crean, imaginan, se ríen, se divierten, completando su universo con todo esto.

¿Qué cosas relacionadas con crecer nos hacen perder la posibilidad de seguir jugando?

       Sin dudas, la respuesta a esta pregunta no es fácil de encontrar, ni siquiera considero que haya una única respuesta posible.

       Preguntarles a los adultos, es buscar razones, quizá demasiado intelectuales, demasiado lógicas o racionales: la vida que cambia, las mayores responsabilidades, los achaques, los problemas económicos, por mencionar algunas... quizá válidas... pero no suficientes.

       Según éstas razones, los chicos, libres de responsabilidades, sólo pensarían en jugar. ¿Será cierto? ¿Será que hay algo misterioso en ellos que muchos perdemos con los años? ¿Será qué no lo perdemos, y en realidad está dormido, encorsetado, reprimido o deprimido?

      No lo sé...pero me gustaría encontrar alguna posible respuesta dentro mío.

       Deteniéndome entonces es que pensé: ¿cuántas veces los adultos-docentes no advertimos esa capacidad lúdica en nuestros estudiantes? Los llevamos muchas veces, sin intención, a experimentar la clase como un momento de extrema seriedad, un espacio donde sólo es posible que crezca la responsabilidad, el conocimiento, la formalidad y lo hacemos con un tono de absoluta solemnidad, como si ello garantizase un mejor aprendizaje. En una clase así, el humor es un visitante poco frecuente, la risa es sinónimo de desorden y el juego, es sólo para el recreo.


      Hoy me permití experimentar algo distinto y, concediéndome el permiso,  quizá encuentre un par de respuestas en la concesión... y los invité a ellos a hacer lo mismo que yo: Jugar, jugar en clases, jugar y aprender.

      Los resultados, no, no los pondré en palabras... el siguiente video hablará por mí:





        La experiencia fue rica, no sólo desde lo cognitivo, sino desde el componente emocional, desde los necesarios vínculos de empatía que hace falta construir en el aula para que la enseñanza siga siendo vocación y el aprendizaje, desarrollo y promoción humana.

       Los chicos se expresaron, respondieron a un formulario, en ese mismo momento, presos aún de la euforia del juego, no pudiendo quedarse quietos y pidiendo bis. Como no todos lo pudieron resolver por inconvenientes tecnológicos ( datos o conectividad) esta encuesta remite sólo a una muestra. 

       Para acceder a la analítica de la encuesta en Formularios Drive, debes hacer clic aquí

 Algunas interesantes conclusiones obtenidas de la encuesta:

  •  Fue una experiencia muy entretenida. 
  • Lo que más impactó de la experiencia fue la competencia con los compañeros. 
  • Las ventajas: aprendes entre amigos, aprendes divirtiéndote. 
  • Las desventajas: no todos tienen paquete de datos y si no hay internet en la escuela no se puede jugar, no siempre es el reflejo de lo que sabes sino de lo que aciertas y el poco tiempo te permite. 
  • Que aprendieron de nuevo: a leer con más atención la consigna y a reforzar los conocimientos. 


¡Te invito a jugar! ¿querés?

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